27 de junio de 2014

Terrestre

Un día se descubrió en este extraño mundo vistiendo un increíble traje espacial y moviéndose a una velocidad más o menos constante de 365 días por año.
A medida que el tiempo fue pasando, la finísima escafandra de piel se adaptó a su tamaño y forma variables, asumiendo un número indeterminado de pequeños cambios que lo habían mantenido con vida. Sin embargo, hace algunos años, justo cuando empezó a pensar que la velocidad era demasiado rápida como para disfrutar del viaje como éste se merecía, el traje había empezado a dar muestras de deterioro.
Hoy, casi una vida terrestre después, cuando cada día siente más cerca el final, se pregunta: “¿He aprovechado bien el tiempo, estoy seguro de haber vivido con la intensidad que se merece una experiencia como es ésta, fascinante y única?”.

3 comentarios:

  1. Carpe Diem y larga vida al traje.
    Buen micro, besotes.

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  2. Luisa, nunca es fácil certificar si aprovechamos bien el tiempo o no, por desgracia, para muchos, nos lamentamos cuando ya no hay vuelta atrás para recuperar ese tiempo.

    Un microrrelato que da qué pensar.

    Abrazos.

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