17 de febrero de 2016

Con sus ojos

El día en que la nave azul se hizo visible desde el patio de su casa, el abuelo nos creyó.
Llevábamos semanas diciéndole que se las podía ver en el horizonte, sobre la Plaza Mayor, desde la finca del Pepín, en la curva de la carretera que va a Campistre. Pero como no las veía con sus propios ojos, decía que eran chiquilladas nuestras, que eso pasaba por dejarnos ver tanta televisión.
Como él llevaba años sin salir de su casa, lo que no pasaba en ella no existía.  Desde la muerte de la abuela se había encerrado a cal y canto y el que quería verlo, tenía que ir a visitarlo.
Fue llegar del cementerio, quitarse el traje negro, arremangarse la camisa blanca y ponerse a trajinar con sus macetas. Entonces solo tenía tres o cuatro, nada comparado con la jungla en que se ha convertido ahora el patio.
Eso sí, siempre somos nosotros los que le proveemos de todo lo necesario: que semillas, que tierra negra, que fertilizantes. Ha instalado un sistema de riego que parece diseñado por un ingeniero. A veces nos preguntamos qué hará cuando ya no tenga más sitio donde colgar y apoyar macetas. Pero él no parece preocuparse por eso. Siempre encuentra algo nuevo para hacer. Y es tan cabezota que nadie lo puede hacer cambiar de opinión.
Por eso, cuando la nave azul se hizo perfectamente visible desde el patio de su casa, el abuelo nos creyó, pero no quiso reconocerlo. Dijo que seguro era uno de esos cacharros hinchados con aire que usan para hacer publicidad. Como si la nave tuviera aspecto de zepelín… En fin, que no lo quiso admitir, pero no tuvo más remedio que darse cuenta de que la cosa iba en serio.


Autor: Patricia Collazo


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6 comentarios:

  1. Cuántas excusas ponemos para no aceptar la realidad...hasta que nos toca de cerca, como cuando las naves le roben el agua para regar las plantas...

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  2. Es cierto... Es frecuente que nos construyamos un mundo interior y termimenos negando el mundo exterior...

    Un abrazo

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  3. Enhorabuena Patricia! Una alegría ver tu relato en un blog amigo.

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  4. Enhorabuena Patricia! Una alegría ver tu relato en un blog amigo.

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  5. Hola y gracias a todos. Efectivamente, hay veces en que la evidencia no es suficiente; en cualquier caso, mi pregunta es ¿el abuelo llegará a ver las naves, a sufrirlas? Todo parece indicar que sí. Pobres todos.
    Gracias por las visitas

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  6. Gracias a todos por vuestros comentarios. Un honor participar en este proyecto,

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